lunes, 8 de agosto de 2016

Pequeño gigante: El beeper, evolución y extinción

Un aparato pequeño que hizo sentir grande a mucha gente. El beeper para el periodismo fue un gran aliado y en Panamá tuvo sus años sublimes, dejando huellas imborrables por ser el pionero de la era inalámbrica masiva.
Hace rato no veo a nadie con dicho dispositivo horquillado en la cintura, por lo que vale la pena honrarlo con una breve publicación, la cual seguramente servirá a quienes siguen de cerca la evolución de las nuevas tecnologías de la información y comunicación.

Fue durante los primeros años de la década de los noventa cuando directores y jefes de las redacciones de periódicos, radioemisoras y televisoras locales aprovecharon la idea de asignar beeper a sus reporteros y periodistas.

Dicho dispositivo pequeño se había hecho útil, especialmente para profesionales como los médicos (y algunos reporteros y fotógrafos) a finales de los 80 en Panamá.

Funcionaba así: la persona interesada en mandar un mensaje o localizar urgente a alguien, marcaba un número de teléfono a una operadora de la compañía de servicio (localizador de personas) y el portador lo recibía en su aparatito, donde estuviera, casi de inmediato.

Era como tener una secretaria a disposición 24/7, y, evidentemente, el servicio tenía su costo. Luego, en los 90, las compañías que brindaban el servicio y las desarrolladoras de tecnologías que fueron perfeccionando el beeper, transformaron los mensajes enviando la propia voz grabada del interesado(a). El portador escuchaba la grabación de quien lo llamaba casi en segundos, aunque rápidamente los tecnólogos y operadores del servicio se dieron cuenta que dicha innovación (sin secretaria en medio), había traído situaciones “no queridas” para los clientes.

De tal manera, después —para mayor privacidad—, durante mediados de los 90 los mensajes fueron transformados a texto con alertas de sonido y vibración (antecesor de la mensajería instantánea móvil de ahora). Claro, este fue el fenómeno cuya popularidad se hizo cada vez más comercial y los usuarios(as) no necesariamente tenían que pertenecer a profesiones 24/7. De hecho ni siquiera había que tener una para portar su fabuloso beeper en la cintura, y lucirlo con estilo, ego, moda, o como se quisiera, porque todo el mundo es importante.


Y como todo lo bueno tiene su final, y si no se evoluciona es desplazado por otra innovación, la extinción de esta tecnología de la comunicación empezó a darse paralela con la aparición fenomenal del celular. En nuestro Istmo, entre 1996 a 1999, especialmente los dos últimos años de esta década de transformaciones.

Otros títulos:


Retrospectiva de las nuevas tecnologías en medios panameños I