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jueves, 21 de febrero de 2019

Presidenciales 2019: Prometo cumplir, ¡créanme!


El primer “debate” de los candidatos presidenciales, realizado y transmitido anoche a nivel nacional, bajo la  organización de la Universidad de Panamá y el Tribunal Electoral, parece no haber llenado las expectativas de la población, en cuanto a propuestas convincentes, según el torbellino de reacciones divulgadas por usuarios de las distintas redes sociales y lo que se dice en las calles. 


Para muchos, más que un debate fue un encuentro con miras a sondear lo que trae cada candidato, ya sea partidista o independiente, y a su vez, el calentamiento de éstos para soltarse los nervios y las lenguas (y también amarrarsela para no meter la pata o porque callados se “ven más bonit@s”).

Sin embargo, el punto positivo del evento fue lo que se percibe ocurrió frente a las pantallas de los hogares: el interés de gran cantidad de personas, y en especial de jóvenes preocupados por su futuro y por un mejor Panamá. Por mis hijos, quienes se sentaron voluntarios a escuchar conmigo a los candidatos, y por las amistades de ellos que cruzaban comentarios a través de las conexiones inálambricas, lo percibo así. 

¿Y por qué los jóvenes están más preocupados? Me atrevo a decir, por lo que converso y escucho a diario, que uno de los motivos es la falta de empleos para ellos; puestos de trabajo que vayan más allá de los tres o seis meses de contrato (si consiguen uno... pues sobran quienes ni con estudios logran conseguir de lo estudiado y por ende mejorar su calidad de vida).
Otro motivo poderoso, no menos importante, es el efecto perpetuo que han tenido en los últimos años los escándalos de corrupción y la falta de justicia en todos los niveles. En otras palabras, la gran cantidad de electores, y de jóvenes preocupados, no comerá cuentos en este 2019; y ya están exigiendo verdadero compromiso con el país a quienes se disputan la silla presidencial y los cargos de elección.


En este primer “debate” se evidenció que los candidatos, incluso independientes, serán calificados y preferidos o no, a partir de sus trayectorias y sus propuestas.

Pero se ha dicho tantas veces, por ejemplo, que se va a resolver la crisis criminal de la Caja de Seguro Social, o la Educación (entiéndase la Educación Pública que otra vez sin iniciar clases presenta las mismas incapacidades), que ya suena a mentira cualquier promesa o muy pocos caen en las gastadas estrategias de campañas, así sean algunas buenas. Incluso, se nota en las caras de varios candidatos/as que al prometer lo mismo sienten que nadie les cree. 

Es evidente que el discurso político no debe rayar ni quedarse en las culpas, sino ir más allá de lo pasado y de las promesas vacías y plantear cómo se hará para salir del actual atolladero, distribuyendo realmente las riquezas, oportunidades y beneficios en igualdad. Ya no sirve mentir, ni hablar por hablar y menos desacreditar; es mejor decir la verdad, reconocer errores, actuar por el bien común.

Eso significa que los aspirantes presidenciales tendrán que amarrarse los pantalones o las faldas si desean convencer, es decir, lograr CREDIBILIDAD, a bien de conseguir mantener o mejorar sus niveles de aceptación popular, y luego, cumplirle a la población, sin recaer tanto, o usar como estrategia el culpar y culpar a otros, en vez de plantear las fórmulas, porque  hoy es el presente, y el futuro es mañana.

Otros temas: Los enemigos de la Educación en Panamá