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viernes, 20 de septiembre de 2019

Adiós The New York Times en Español, un caso de éxito $in ganancia$, ¿por qué?

Esta semana (17-9-19) la noticia sobre el fin del proyecto digital The New York Times Español generó inquietudes sobre lo que están atravesando los medios en nuestros países y en cuanto a si vale la pena dar o no a los usuarios (lectores) producción de periodismo con calidad, más allá de la simple información de los hechos.
En síntesis, los encargados del proyecto informaron que no fue rentable y que dedicarán los esfuerzos y la inversión a una estrategia global que, según entiendo, será traducir noticias a más de una docena de idiomas, imcluido el Español.
El proyecto digital del tradicional periódico NYT fue lanzado en 2016 y consistía en producir diario diez contenidos especiales de periodismo en Español, algunos traducidos del inglés, con el fin de atraer y ampliar el número de lectores principalmente de Estados Unidos.
Sin embargo, los encargados indicaron que si bien no resultó rentable, sí lograron éxito en relación a nuevos lectores-usuarios, de hecho, hablaron en principio de “una considerable nueva audiencia” y después de millones, “tanto únicos como de páginas vistas”, junto a niveles de lealtad significativos, según cita Red Ética (sitio especial de la Fundación Nuevo Periodismo de GABO) que analiza el tema.

ANUNCIOS, ¿DÓNDE ANDAN?
Lo que llama la atención de los argumentos dados por los editores del NYT Español es lo siguiente: Si resultó exitoso en relación al número de lectores nuevos, páginas vistas y lealtad cautiva, ¿por qué no generó igualmente la publicidad rentable?, que al final, guste o no, es lo que sostiene a los medios.
La primera respuesta, que cualquiera puede considerar posible, recae en la incapacidad del equipo de ventas publicitaria. No se descarta.
La segunda, la cual creo más, es que a los editores y dueños del medio tradicional les faltó una buena estrategia de marketing digital, basada en el Entorno Digital actual, y no en lo que siempre han hecho con el periódico de papel.
Esto significa que no es suficiente producir a diario buenos contenidos periodísticos, sino definir una estrategia que se enfoque a las ventas publicitarias en el Entorno Digital, la cual deberá integrar los tres componentes en que convergen las plataformas interactivas.
Para explicarlo mejor, si tengo un medio digital, así venga de una empresa o marca reconocida, y que (como indican los encargados) logró lectores web leales y visitas a sus páginas, no bastará para ganarse hoy día el interés de las empresas anunciantes. Estas quieren que el sitio digital, cualquiera que sea, también sea exitoso en sus redes sociales, donde están los clientes.
La tercera respuesta a dicha falta de rentabilidad es la credibilidad, muy sujeta a las dos anteriores. Esta implica ser exitoso en las redes sociales, que el sitio obtenga buenas calificaciones del público. Además de unos cuantos miles de seguidores en las cuentas del medio, deben demostrar a sus clientes o anunciantes algo muy importante y que resulta ser información pública (no hace falta siquiera que el medio la suministre, ni menos que se la pidan), lo cual responde a lo siguiente: ¿creen los usuarios en el medio o no creen? Para no dejar dudas: ¿tiene credibilidad?, ¿qué comentan los que visitan sus  páginas informativas?, ¿lo afectan sus intereses, digamos que políticos o económicos?, ¿qué comenta la gente en los foros abiertos de las redes sociales cuando postea el medio algún enlace?
Son solo algunas preguntas. De cualquier forma los medios deben autoanalizarse sobre si tienen mala imagen en la opinión pública local y sincerarse en ¿por qué un anunciante, que desea posicionarse y vender con éxito, pegaría su publicidad en su edición digital?
Aclaro que no estoy afirmando que el NYT sufra de credibilidad, más bien añado una arista importante en este caso y para tantos otros medios a la hora de montar una estrategia de marketing o posicionamiento en el entorno digital.
La información ya no se pregona ni se vende, es gratuita y llega 24/7 a los aparatos móviles de las personas. Hay que saber que la información es un producto y un servicio al mismo tiempo. Aunque en la mayoría de los casos es gratuita, su destino es ser consumida. Entretanto, los medios como empresas deben hacerla rentable con los anuncios pagados y es ese el gran desafío.

SER O NO SER, CREÍBLE
Vale recordar que los medios masivos: radiales, televisivos, impresos, cada uno dentro de su naturaleza, siempre tuvieron que sostenerse en la columna de la credibilidad e independencia, lo cual no es nuevo. Pero hoy día, en esta era de la información inalámbrica y de redes sociales, los lectores o usuarios, migrados al entorno digital, tienen participación directa en cuanto a lo que se publica; y no solo comentan, opinan y debaten con libertad de expresión, también generan su propia información o contenidos a favor o en contra hasta de estos mismos medios masivos, donde hasta ahora sienten que no tienen esa participación directa y libre.
Por eso los lectores, audiencias, usuarios, prefieren las redes sociales, en las cuales también se sienten felices o aparentan serlo y hasta publican sus platos de comida y cumpleaños unos, otros descargan sus rutinas, enojos, chistes...
Que haya información falsa parece tener poca importancia, pues, si algo no les gusta, incluso pueden ignorarlo y/o bloquearlo.

MERCADO ACTUAL
Una buena estrategia para los medios digitales debe partir de investigaciones para enfocarla con éxito.
En el caso de los medios periodísticos web, y con respecto a los contenidos informativos, ningún rediseño estará completo sin conocer a los lectores (usuarios), sin verificar si esos que se leían extensos trabajos cambiaron su costumbre de agarrar el papel periódico para irse a lo digital (más bien a las pequeñas pantallas móviles), o si cada día son menos porque, por ejemplo, fallecieron o simplemente ya carecen de buena visión.
Por otro lado, impera determinar mediante estudios serios si los nuevos usuarios, nacidos a partir de este milenio y quienes ya son adultos universitarios, tienen la costumbre de consumir mucha información periodística, textos largos en tonos serios, vídeos extensos, y si los consumen en pantallas grandes o en sus aparatos inalámbricos, pues es evidente que estos y las siguientes generaciones difícilmente adquirirán el deseo de salir a comprar el periódico o sintonizar siempre a la misma hora el telediario...
Urge entonces preguntarse: ¿Por qué se escribe y produce para periódico, radio o televisión, y no para la web?, incluso, ¿y no para las pantallitas móviles?
A menos que el objetivo sea hacer docencia e informes cientifícos, los escritos largos y sobrios resultan poco atractivos a los jóvenes.

Esto lo señalo desde mi experiencia como docente universitario de periodismo y marketing digital, lo que me permite analizar e investigar dichos fenómemos con los estudiantes, de quienes obtengo mucha información directa, junto a lo que arrojan nuestros talleres.

NUEVOS POSTORES
Es evidente que son innecesarios los estudios para confirmar que la publicidad comercial y la propaganda política y estatal inundan las redes sociales. Las empresas quieren tener sus anuncios donde están sus clientes, de tal modo, los diarios y medios audiovisuales, inclusive digitales, sufren ese éxodo. ¿Qué pasará con ellos?, ¿olvidarán los anuncios para ser financiados como sociedades-fundaciones- a merced de políticos y poderes económicos?
Mientras se desenvuelve la historia aparecen nuevos postores y dicho traslado publicitario no para. Por eso los dueños de las redes sociales han dado señales de preocupación ante el fenómeno de los “influencers”, quienes han empezado a devorar gran parte de sus ganancias súper millonarias en todos los países del globo terrestre.

Si deseas saber más te recomiendo el siguiente análisis: Instagram versus influencer, batalla por ganancias súper millonarias

Artículos relacionados:
El frío ciberperiodismo en Panamá

El futuro de los diarios impresos





jueves, 20 de junio de 2019

¿Alguién te espía? Trucos rápidos para saber si tu celular está pinchado


Está de moda la palabra pinchazos y por algo es tema de noticias y hasta procesos judiciales, aunque no hay que tener alto perfil para ser objeto de esta acción, pues cualquiera puede ser víctima. Tu esposa o esposo, pareja sentimental, algún enemigo irracional e incluso la empresa donde trabajas puede tener interés en lo que hablas y haces con tu celular.
Y, para quienes aún no saben o no les preocupa, el pinchar un celular no quiere de un hacker, cualquiera puede hacerlo (oculto) y basta, por ejemplo, descargar alguna de las aplicaciones disponibles para hacerlo.
De hecho, si tienes un celular que te ha regalado tu pareja, alguna amistad, o te han dado en tu trabajo para tus labores, ten en cuenta que puede estar "pinchado" con alguna de esas aplicaciones ocultas.
Para darte un poco más de lo que puede hacer tu pareja sentimental (si quisiera hacerlo y se informara sobre cómo), o tu jefes del trabajo, o cualquiera, estos hasta pueden saber dónde te encuentras en este momento. 
En fin, si pinchar es fácil (con o sin autorización legal) también es sencillo averiguar si alguien te espía, aunque esta es la parte que el lado oscuro no quiere que sepas. 

Entonces el primer truco antipinches es el siguiente: marca en tu celular *#62#, y tú mismo descubrirás si hay o no espías, es decir, el número de teléfono no deseado. No obstante, por lo general debe salirte el número de tu operador de servicio el cual es reconocible o puedes pedirle información a la compañía.

Pero si no estás seguro, el segundo truco te revelará si hay algún tipo de desvíos de llamadas o datos. Marca *#21# y debe salir inmediatamente si hay o no desvíos en cualquiera de las formas de comunicación de móvil, incluido mensajes.

Si detectas algo extraño, en este caso algún desvío, marca ##002#, este el código universal para desactivar desvíos (no funciona con todo los países pero por regla sí con el tuyo), y sirve también para cuando viajas y usas roaming y deseas evitar el cobro por llamadas que caen al correo de voz.

El cuarto truco es uno que todos deben saber y tener a mano por casos de pérdida del celular o robo, saber el código IMEI, este es como el número de cédula nuestro, la identidad del aparato. Solo debes marcar *#06 y de forma remota puedes desactivar todas las funciones del celular en caso de estar intervenido o perdido.

El quinto truco es más bien un consejo y se relaciona a lo anterior sobre las parejas sentimentales y los lugares de trabajo, quienes pueden darte un celular, el cual de antemano ha sido preparado con alguna app espía que nunca podrás ver pero que permite al interezado(a) saber todo lo que hagas con ese móvil.

Así como hay aplicaciones para espiar, también hay para la ubicación de una persona mediante la comunicación de su celular. La diferencia es que no es necesario regalar o suministrar un celular a tu esposo, empleado, amigo... Hay formas de saber la ubicación y, claro, pudiera meter en líos su uso indebido. Es lo mismo que hacen las autoridades para rastrear, ubicar personas perdidas y dar seguimientos. Por ejemplo, mediante la aplicación G-Net Track Lite puedes con un poco de conocimiento (o viendo un buen tutorial) saber el lugar de la antena (torre de transmisión) que el celular de esa persona está usando para comunicarse y si luego se mueve a nuevas zonas. Consiste en la triangulación de las antenas, así que comunicándose con el celular en cuestión, o esperando que se comunique con quien sea, es ubicado. De esta forma el interesado(a) puede saber si estas en tu trabajo en Albrook o en algún punto desconocido de "las aguas turbulentas" de la vía Transístima.

Sin embargo, por tratarse de algo más oscuro tal vez explique en la siguiente publicación Por ahora es suficiente con los trucos que espero ayuden al conocimiento general, por si ¿alguién los espía?





lunes, 8 de agosto de 2016

Pequeño gigante: El beeper, evolución y extinción

Un aparato pequeño que hizo sentir grande a mucha gente. El beeper para el periodismo fue un gran aliado y en Panamá tuvo sus años sublimes, dejando huellas imborrables por ser el pionero de la era inalámbrica masiva.
Hace rato no veo a nadie con dicho dispositivo horquillado en la cintura, por lo que vale la pena honrarlo con una breve publicación, la cual seguramente servirá a quienes siguen de cerca la evolución de las nuevas tecnologías de la información y comunicación.

Fue durante los primeros años de la década de los noventa cuando directores y jefes de las redacciones de periódicos, radioemisoras y televisoras locales aprovecharon la idea de asignar beeper a sus reporteros y periodistas.

Dicho dispositivo pequeño se había hecho útil, especialmente para profesionales como los médicos (y algunos reporteros y fotógrafos) a finales de los 80 en Panamá.

Funcionaba así: la persona interesada en mandar un mensaje o localizar urgente a alguien, marcaba un número de teléfono a una operadora de la compañía de servicio (localizador de personas) y el portador lo recibía en su aparatito, donde estuviera, casi de inmediato.

Era como tener una secretaria a disposición 24/7, y, evidentemente, el servicio tenía su costo. Luego, en los 90, las compañías que brindaban el servicio y las desarrolladoras de tecnologías que fueron perfeccionando el beeper, transformaron los mensajes enviando la propia voz grabada del interesado(a). El portador escuchaba la grabación de quien lo llamaba casi en segundos, aunque rápidamente los tecnólogos y operadores del servicio se dieron cuenta que dicha innovación (sin secretaria en medio), había traído situaciones “no queridas” para los clientes.

De tal manera, después —para mayor privacidad—, durante mediados de los 90 los mensajes fueron transformados a texto con alertas de sonido y vibración (antecesor de la mensajería instantánea móvil de ahora). Claro, este fue el fenómeno cuya popularidad se hizo cada vez más comercial y los usuarios(as) no necesariamente tenían que pertenecer a profesiones 24/7. De hecho ni siquiera había que tener una para portar su fabuloso beeper en la cintura, y lucirlo con estilo, ego, moda, o como se quisiera, porque todo el mundo es importante.


Y como todo lo bueno tiene su final, y si no se evoluciona es desplazado por otra innovación, la extinción de esta tecnología de la comunicación empezó a darse paralela con la aparición fenomenal del celular. En nuestro Istmo, entre 1996 a 1999, especialmente los dos últimos años de esta década de transformaciones.

Otros títulos:


Retrospectiva de las nuevas tecnologías en medios panameños I

domingo, 15 de mayo de 2016

Primeros ciberdiarios en Panamá


¿Cuáles fueron?, ¿cómo eran?, ¿qué ofrecían?
He leído algunos trabajos de investigación, incluso internacionales, que equivocan involuntariamente (asumo), o por desconocimiento, las fechas exactas en que incursionaron los primeros medios convencionales panameños al Internet, a través de sus versiones llamadas electrónicas en ese entonces.
Igual que la mayoría de países, en Panamá también fueron los diarios impresos los primeros que se decidieron a tener una edición simultánea en la web, con sus ventajas y desventajas (muy diferente a la navegabilidad y flexibilidad para la creación de páginas digitales hoy día).
A manera de aporte para nuestro campo académico-profesional ofrecemos aquí nuestras fechas. 
Ciertamente el año crucial en el que inició el desafío también fue 1995 en nuestro país.  Tal como reseñamos en nuestra tesis de licenciatura de Periodismo: El diario Panamá América en su versión electrónica en Internet. El diario del futuro (1999), y citamos también en nuestro proyecto de intervención para la maestría de Periodismo Digital: La carencia de géneros periodísticos en la Estrellaonline frente a la noticia inmediata. Modelo para potenciar la información multimedia (2015), los dos diarios panameños pioneros fueron Panamá América y La Prensa.
Según la entrevista que hicimos a Rosa Guisado, en ese entonces jefa de redacción de Panamá América (el 19 de agosto de 1999), este diario sacó por primera vez su edición digital el 29 de agosto de 1995 con la dirección www.epasa.com/El_Panama_America. La versión electrónica estaba a cargo de Julieta Romero, jefa de Internet, a quien también entrevisté el día 13 de agosto de 1999.
Asimismo, salió salió la edición electrónica del diario La Prensa, escasos dos días después, el 31 de agosto de 1995, con la dirección www.prensa.com, según nos confirmó Juan Carlos Planells, gerente de operaciones en Corporación La Prensa, durante entrevista realizada el 2 de julio de 1999.

En aquellos días, Internet, como nuevo medio de comunicación o canal de transmisión simultánea, carecía de muchas de las ventajas y comodidades de hoy. Para las versiones digitales de los diarios impresos era un reto diseñar las estructuras y acomodar o presentar sus informaciones, el tamaño de las fotografías era pequeñísimo y de muy baja resolución por el peso que significaban.

Por el año 1999, otros diarios como El Siglo, ya habían lanzado sus versiones web. El desaparecido diario El Universal sacó la suya el 9 de junio de 2002.
En cuanto a los nativos digitales, se tiene registro de que el primero habría sido DiarioNet Panamá, cuya aparición fue el 30 de abril de 1998, bajo la gerencia general de Sandy Castillo.
El diario La Estrella de Panamá, con 167 años de fundación y trayectoria ininterrumpida —el más antiguo en Panamá y tercero en Latinoamérica—, a pesar de eso es uno de los últimos diarios vigentes que ingresó a Internet. Para finales de 2006 inició sus ediciones, no obstante, la nueva y actual administración data su aparición en 2008.



Les comparto el siguiente enlace especial Los Primeros Ciberdiarios en el que se muestran algunas capturas de cómo eran entonces las ediciones digitales, noticias y artículos sobre los debates de la conectividad y acceso a Internet, entre otros temas, extraídos del Anexo de nuestra tesis de licenciatura.



Los Primeros Ciberdiarios 

Otros títulos relacionados:

Retrospectiva de las nuevas tecnologías en medios panameños I


Pequeño gigante: El beeper, evolución y extinción


viernes, 11 de marzo de 2016

El frío ciberperiodismo en Panamá


¿Será que hacer periodismo web significa simplemente repetir o tomar lo que ya circula en la red?, o en el peor de los casos, ¿lo que informa la televisión y las radioemisoras?
Ciberdiarios Panamá: errores en títulos y repeticiones.




Creo que no soy el único que se hace las preguntas. Y tampoco el único que se ha dado respuestas después de darle vueltas, averiguar, conversar con otros colegas y leer estudios recientes o viejos sobre el periodismo web, su historia, sus avances y el estado actual.

He llegado a pensar incluso que los avances tecnológicos, si bien son aliados del periodismo desde sus orígenes, también tienen efectos dañinos a este oficio, cuya característica siempre ha sido luchar contra el tiempo y los desafíos cada minuto. Entonces uno se cuestiona: ¿será la herramienta o la mano?,  ¿falla el arma o quien la usa?

En mi respuesta definitivamente no es la tecnología la que falla. Los hechos, a pesar de los avances, seguirán ocurriendo en las calles, en las oficinas gubernamentales, privadas, gremiales… Por ende, el buen periodismo se hará siempre cara a cara. Las demás conexiones (redes sociales, páginas institucionales, llamadas telefónicas, comunicados) deben ser utilizadas como recursos de apoyo, siempre sujetos a verificación, mas no como proveedores principales o fuentes primarias de información, tal como está ocurriendo en las salas de redacción web donde hasta se les llama “primicias”.
PERIODISMO HELADO
El periodismo digital panameño continúa refrigerado, congelado, entre paredes y pantallas. Lo sabemos por su condición “siamés” como hemos indicado en nuestros post anteriores.
Lo ratifican investigaciones académicas nacionales en concordancia con publicaciones internacionales. La más reciente, y que aprovechamos para aplaudir, es la del profesor Ramón Salaverría:  Ciberperiodismo en Iberoamérica, lanzada en febrero pasado.
La hemos leído con detenimiento y vale compartir para quienes no, algunas de las acotaciones de éste investigador como coordinador de los colaboradores en 22 países iberoamericanos, incluida Panamá.
“Gran parte de los periodistas digitales de Iberoamérica siguen siendo en 2015 profesionales de perfil bajo: jóvenes sin apenas experiencia periodística, dedicados a tareas muy mecanizadas y, con frecuencia, mal pagados. En este modelo editorial, el ciberperiodismo se torna una manufactura repetitiva, sin apenas valor añadido y poco motivadora. En la práctica, una cadena de montaje. Los periodistas digitales que encajan en este molde casi nunca pisan la calle y su trabajo consiste en nutrir sin cesar su web con contenidos elaborados a partir de informaciones de su medio matriz, noticias de agencia o refritos de las redes sociales. Ciertamente, a poco más pueden aspirar, cuando el número de periodistas disponibles para el medio digital apenas si alcanza muchas veces para cubrir los turnos de guardia en la actualización de noticias.”
DEVERSIFICACIÓN Y PROFESIONALIZACIÓN
Por nuestra experiencia dentro de distintos medios convencionales y digitales, por las charlas de rutina con otros colegas, los estudios u observaciones académicas que desarrollamos y/o guiamos, sabemos que en lo anterior se ubican claramente los medios digitales panameños.
Y mientras así estamos acá, el autor ve mejores tendencias en otros países, los cuales sirven de modelo: “Por fortuna, sin embargo, el panorama no se agota ahí. Como también se pone de manifiesto en las páginas de este libro, el proceso de diversificación y profesionalización de los periodistas digitales avanza con paso firme, especialmente en los medios de mayor envergadura. En estos, las redacciones de Internet comienzan a contar con un número considerable de profesionales; en los medios digitales más grandes, rondan el centenar. Pero, más allá del número creciente, lo más importante es su diversidad: hay redactores de continuidad informativa, reporteros multimedia, editores de medios sociales, diseñadores digitales, infografistas interactivos, productores de video para la web, analistas de audiencias, editores para dispositivos móviles... La lista de perfiles profesionales aumenta a medida que el periodismo digital se extiende y consolida."

La historia del periodismo web en nuestro país coincide en su inicio con la mayoría de las naciones iberoamericanas. El punto de partida fue el año 1995. En el siguiente post daré, a manera de aporte, las fechas que manejo sobre los primeros diarios impresos locales que lanzaron sus versiones a Internet, y las fuentes directas que entrevistamos en aquellos años a bien de realizar nuestra tesis para la licenciatura de Periodismo (1999).


Ciberdiarios Panamá: Noticia con errores.

martes, 4 de agosto de 2015

Hablando de censura…

El proyecto de ley presentado para dignificar el ejercicio del Periodismo en Panamá genera el revuelo esperado. El debate en distintos círculos se torna tan candente que ya parece discusión entre fanáticos religiosos. Ahora los opositores a la ley aseguran que el documento sería un instrumento para la censura debido a las funciones de la junta técnica. En mi opinión, dependiendo de a quiénes se les otorgue esas funciones todo es posible, no obstante, no sería nada nuevo.

Por eso hay que sacar a flote varias realidades para enriquecer el debate, y el documento.

¿Quién cree que la censura no existe actualmente? La peor censura a los periodistas es la que aplican todos los días muchos dueños de medios y jefes sin ética cuando dicen: “no publiques nada de eso”, caso reciente, la huelga en una cervecería que duró semanas y todos sabemos porqué nada se publicó en la mayoría de medios masivos ¿o todos? Muchos otros casos y voces se quedan sin espacio igualmente. De hecho, ellos —los medios— igualmente deciden sin reglamento laboral si contratan a un profesional graduado, a un estudiante de escaso un año universitario o a tantos usurpadores que amparan sus intereses políticos y particulares —el cuento de “por el país” es eso—. En éstos últimos está la razón real del proyecto.
¡Ah! También deciden los salarios tipo “lo tomas o lo dejas, o busco otro sin problemas”. Con el tiempo, si ya no les conviene o llega un jefe nuevo, decidirán la manera como lo despiden, casi siempre después que el colega ha soportado las artimañas laborales aplicadas para hacerlo renunciar.
Entiendo la preocupación de los caricaturistas, como eso, caricaturistas, nunca escucho que son periodistas. Es un talento nato muy distinto que añadió la prensa escrita para hacer opinión gráfica jocosa, la cual solo surge del artista o una idea editorial. Considero entonces que los gremios proponentes pueden incluirlos como excepción del proyecto.

ORDENAR Y TENER DERECHOS
Pero hay otras variantes vinculadas que deben desgranarse: fotógrafos-camarógrafos… En Panamá conozco pocos fotógrafos que además hagan sus notas periodísticas, a diferencia del exterior donde sé que hay y hasta llegan a ser docentes universitarios por su preparación.
Sin embargo, en televisión, además de los usurpadores de cuello político, se dan casos de camarógrafos que por falta de reporteros un día el medio los eleva a la pantalla, especialmente los de cámaras callejeras. Esta es otra razón por la cual todas las profesiones requieren regulaciones, incluso para que cada persona pueda defender sus derechos y cumplir deberes.
Buen ejemplo nos da la medicina, con tantas especialidades el médico es médico, la enfermera, enfermera… No quiero decir con ello que me opongo a la superación personal-profesional, por el contrario, la aplaudo, solo que el medio debe promulgar a sus talentos la superación real (no solo seminarios) mediante las universidades. Si la excusa es la falta de tiempo, significa probablemente que esa persona está vulnerada en sus derechos laborales con jornadas extendidas fuera de las normas. O el peor de los casos, debe tener dos-tres empleos para sobrevivir.

Que el documento puede tener generalidades y elementos confusos es cierto, debe debatirse y mejorarse, por su buen sentido, por el bien de la profesión, el bien común de las mayorías y, como no, por la libertad de expresión de los periodistas. Mas no considero que deba ser eliminado como algunos quieren.

CONTRADICCIONES
Respeto los criterios, pero leo posturas tan denigrantes a la profesión como estas: “cualquiera que sepa escribir o hablar puede ser periodista”; “no es necesario ir a una Universidad porque cualquiera puede hacerlo”; y como siempre, que es un “atentado contra la libertad de expresión” —esa misma que fue negada a los huelguistas de la Cervecera y que el poder de las redes sociales denunció—.

Veamos, hace poco la prensa nacional le cayó encima a un falso médico político ocupando un alto cargo público. También ha pasado con jueces portadores de títulos brujos. Criticamos a los "ninis" y los mandamos a estudiar, luego decimos que para el periodismo no hay que prepararse ni lograr diplomas que a muchos le costó sacrificios. Qué le dirán los graduados a sus hijos, “estudié por gusto”.

Leo a diario quejas de la audiencia por fallas en los medios, incluso de periodistas de medios por la usurpación descarada de la profesión, aquellos que de pronto tienen cintillos de periodistas, pero se dedican a la política y otras profesiones. Ni siquiera pueden ampararse en el talento, ni el empirismo porque esa época tuvo sus buenas décadas.


Mientras hay quienes cómodamente denigran la preparación académica superior, como si la profesión debiera depender de “cualquiera”, para abaratar salarios y manipularla, no es casualidad que gran cantidad de jóvenes sigan entrando a los salones universitarios por un mejor futuro y por un Panamá justo sin corrupción. Muchos lo hacen en Comunicación Social. ¿No tienen derecho a ganar salarios dignos y ser respetados por sus esfuerzos? ¿O debemos continuar la era de los periodistas mal pagados? ¿No es esa la más cruel de las censuras?