Protesta contra la dictadura norieguista. Foto tomada de El Siglo-La Estrella
A finales de los 80, cuando en Panamá
la dictadura norieguista ya no tenía que esforzarse para ser odiada
por la mayoría de la población y los medios de comunicación social
que se le oponían habían sido cerrados, algo especial ocurrió en
cuanto a comunicación. Todos los ciudadanos (y en especial políticos
y los militantes civilistas) tenían que conectarse de alguna manera
e informarse de lo que hacía el régimen.
A la vez, con las
garantías democráticas suspendidas, anónimamente los promotores de
la llamada Cruzada Civilista tenían que acordar las fechas y
horarios de sus protestas “pito, paila, pañuelos” y, correr la
voz, para sumar multitudes.
Para esos días, con el llamado cuarto
poder censurado, el internet y el celular estaban a décadas de
apoderarse de los bolsillos del panameño/a. ¿Entonces cómo
hicieron? El área bancaria, principalmente en la Calle 50 y Vía
España, era el epicentro de estas protestas blancas: Pañuelos y
royos de papel higiénico desplegados como serpentinas desde
edificios de bancos y empresas.
Así, entre pitos y tocar de pailas
al unísono, todo ocurría siempre puntualmente.
Los banqueros, empresarios y oficinistas
tenían un aparato que escapaba de la censura: El fax (facsímil),
el cual permite la transmisión telefónica de texto e imágenes a
otro número conectado a una impresora y viceversa. Incluso hoy día,
tras la incursión del internet y otros avances, es muy utilizado por
empresas y entidades que requieren confidencialidad de sus
documentos, debido a que es menos vulnerable a ser interceptado.
Al leer el planteamiento de IgnacioRamonet, director de "Le Monde Diplomatique", quien
frente a los cambios de la revolución digital indica que “los
periodistas están en vías de extinción”, me
doy cuenta que tiene mucho de cierto. Solo tenemos que imaginarnos el
escenario con el que inicio este breve artículo, como si ocurriera
hoy, y podemos entender nuestra realidad como periodistas sin caer en
pesimismos.
Si
el fax pudo conectar, comunicar e informar, quien
podría negar que en la actualidad el internet, las tablets, las
redes sociales y celulares no
son un nuevo poder
en manos de los ciudadanos. Y miremos con detenimiento que Ramonet se
refiere a la extinción
de los periodistas, no tanto de
los medios: Diarios,
televisoras, emisoras, los
cuales (sin intermediario-periodista)
fácilmente parecen
suscribirse a la sutil
dictadura de la
inmediatez
(información
instantánea), a
bien de lograr su
principal objetivo, el económico.
Pero,
como dice Ramonet, lo instantáneo y la falta de intermediario,
supone grandes riesgos. Por
eso considero que,
ante tanta información desordenada, las sociedades necesitarán siempre hacer
pausa, reflexionar y analizar lo que ocurre.
Considero que
hay esperanza para el periodismo serio, confiable, profundo,
analítico. Dependerá de que cada periodista
esté consciente del fenómeno que enfrentamos y fortalezcamos los
géneros periodísticos en esta era digital para hacer la diferencia
ante tanta información.
Si
bien la ciudadanía puede, en cualquier parte, postear sus quejas,
comentarios y
sugerencias de forma
casi directa
a una autoridad X, aún somos nosotros los periodistas quienes hacemos
investigación,
y portamos la
credencial para cuestionar, por ejemplo, cara a cara, a un
presidente.
La clave
está en prepararnos y adaptar el potencial de los géneros a los
formatos multimedias.
Mira la presentación especial de este artículo: ¿Estamos los periodistas en extinción?
Lea aquí los planteamientos completos de Ignacio Ramonet: El Periodismo del Nuevo Siglo.
"El periodismo no es para señoritingos": Les comparto también esta entrevista reciente al maestro del FNPI, Miguel Ángel Bastenier.
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