Desde el inicio de los
tiempos la verdad ha tenido y tendrá muchos enemigos, pero la historia siempre
ha sido su amiga en el tiempo. De ocurrir el cierre definitivo de los diarios
panameños La Estrella de Panamá y El Siglo, a causa del bloqueo impuesto por la
política internacional de Estados Unidos, a través de la ya conocida “Lista
Clinton”, quedarían cinceladas muchas verdades en la roca de la historia.
Sería un hecho inaudito, por
no escribir atroz. Y podría decirse en el futuro inmediato que el
acontecimiento marca el inicio del destripamiento de la Democracia por parte de
quienes siempre se han pregonado como sus mayores promotores y defensores.
Y como toda historia tiene
sus villanos, quedarán como responsables de semejante atrocidad el propio
presidente de Estados Unidos, Barack Hussein Obama II, el secretario de Estado, John
Kerry, y el cuerpo diplomático acreditado en Panamá.
Resulta imposible no
mencionar que serían igualmente responsables al menos dos panameños: nuestro
presidente Juan Carlos Varela, y la vicepresidente y canciller, Isabel Saint
Malo de Alvarado; no solo por el cierre de los diarios y el golpe que se da a
la libertad de prensa, sino porque con ello se clavaría un doble banderillazo a
la Soberanía nacional, algo que ya creíamos haber dejado atrás en la historia,
mas no olvidado.
¿Quién lo diría? Después de casi 168 años y de registrar innumerables historias, La Estrella de Panamá, el diario más antiguo del Istmo y el tercero más viejo de la región latinoamericana, cuyo inicio fue idea de los estadounidenses J.B. Bidleman, S.K. Donaire y J.F. Bachman terminaría enterrado por las manos del primer presidente negro de Estados Unidos, una nación donde hubo que sufrir tantas luchas y muertes por la libertad y los derechos de igualdad para que este “sueño” se cumpliera.
Y qué decir de El Siglo, un
tabloide con más de tres décadas cumplidas, cuyo inicio germinó precisamente
con el objetivo de luchar por la libertad y los derechos de los panameños en
los días de la dictadura de Manuel Antonio Noriega, lo cual le valió entonces
el cierre hasta que volvió la Democracia. ¿Ironías?
Ciertamente estamos a
tiempo. Hago por tanto un llamado a todos los periodistas, medios de
comunicación, centros y fundaciones de periodismo del continente americano,
incluso, de Europa, África, Asia, y cualquier parte del mundo, a pronunciarse
en contra del cierre de estos dos diarios panameños. Por la verdad, la historia
y la real Democracia. Para que no pase como pasó a Santiago Nasar -y tengamos
después que recoger nosotros mismos nuestras entrañas como un racimo que se
escapa entre las manos-, a quien todos en su pueblo sabían que lo buscaban para asesinarlo, pero nadie hizo algo a tiempo para salvarlo.
¿Puede cambiarse la
historia del jueves 5 de enero de 2017? Sí. Ahora es el momento.
Y puede dejarse a
un lado también la
villanía. Quienes tienen el poder de deshacer este precedente funesto, pueden cambiar
el final, para que no se rescriba otra “Crónica de una muerte anunciada”. No se
trata de aplazar ni dilatar la agonía, lo que cabe es corregir definitivamente. Estamos a
tiempo, es el momento de la verdad.
Histórica Linotipia usada por La Estrella de Panamá. Foto: Laggon19 |
Redacción de La Estrella (2013). Foto: Laggon19 |