Esta es la semana crucial para resolver la crisis de la
ampliación del canal de Panamá, la cual mantiene en el tinglado a los
representantes de la Autoridad del Canal (ACP) y los ejecutivos del Grupo
Unidos por el Canal, liderados por la constructora española Sacyr.
Como ya el mundo sabe, y mientras las grandes maquinarias
del proyecto toman sol como si estuvieran allí para oxidarse, rodeadas de
trabajadores e ingenieros recostados a brazos cruzados, el principal escollo
son los millones adicionales que la empresa requiere para continuar las obras. Sobrecostos que la ACP no acepta por lo pactado en el contrato.
Del otro lado, en la mesa de negociaciones, donde se
deshoja el calendario hasta este 1 de febrero, las partes aprietan puños en un
pulseo de argumentos que válidos o no, no llegan a nada, y que ciertamente ya
están pactados en el contrato.
Tanto en Panamá, como en España y el mundo, la situación
sigue siendo uno de los principales temas de los medios de comunicación. El
diario El País publicó el domingo un
reporte de su enviado especial en el que se describe muy bien el orgullo que
sienten los panameños por el Canal. Y en el que además, por las dos o tres
frases de los negociadores, es evidente que si había una “tabla de salvación”
en este naufragio, ésta ha quedado varada. En mi opinión, más bien ni siquiera
ha salido a flote y sus tripulantes se esgrimen en la cara sus pecados y
corrupciones.
Que el tema de los sobrecostos es supuestamente la fórmula
de hacer millones en España bajo la tutela de los gobernantes, – algo que en
Panamá también suma críticas a la actual administración Martinelli por las
constantes adendas a los contratos de las súper obras que se realizan; solo que
en el caso del Canal, el manejo es autónomo y divorciado de la política
gubernamental –. Que ustedes nos dijeron que el terreno era pura roca sólida y
nos encontramos puro lodo… Pero ustedes tuvieron tiempo de hacer sus estudios
de verificación bla, bla, bla… ¡Tic, tac, tic, tac…!
De esta manera, lo que se conocía como “Unidos por el
Canal”, ha pasado a ser “Un lío por el Canal” y pronto pudiera quedar en “Hundidos
por el Canal de Panamá”. ¿Pero quién se hundirá?
Haré un hangouts con madame Kalalú:
– ¡Heloo! ¿Qué pachó chico?
– ¡Sí, dígame madame, dígame!
–Yo veo un barco que se está hundiendo… Y el capitán del
barco no sabe nadar…
–¿Qué más ve? ¿Qué más ve madame dígame?
– ¡Bueno chico, es que no hay dinero!
– ¿Qué no hay dinero? ¿Sacyr está en quiebra?
– ¡No tío, que tú me tienes que pagar más!
– ¿Más? Es que ya me quitó lo que tenía.
– ¡Hostia tío! Vende el reloj, la TV plasma esa, “los
shoes” y me pones un giro en el 99.
– ¡Madame esa es mucha plata!
– ¡Mira pa’ eso tío! Yo veo un tiburón en la costa. ¡Oh my
God!
– ¿Qué? ¿Un tiburón? ¿Serán los gringos?
– ¡I don’t know tío! Me acaban de cancelar el internet en la
bola.
– ¡Cómo! ¿Y esa bola usa internet?
– ¡Tú sabes chico! Con tanto espionaje descubrieron nuestra
tecnología.
– Ok, ok madame, pero dígame ¿qué más ve?
– Veooo, veo, veooo una marca… Una “E” que se está borrando
por la crisis…
– ¿Una marca española en crisis?
– ¡No tío! Que se me está borrando el Estómago del hambre y
ya se acabó tu tiempo.
– ¡Pero si acabo de pagar madame!
– Así está en el contrato, debes cumplir. Vende esa Mac Air
y pones otro giro.
– ¡Quééé! Parece que usted también es española.
– ¿Qué haz dicho tío?
– ¡No, nada! Que ya voy a vender la compu… Ahora sí que
“estamos hundidos”…
------0-------
Ver vídeo de muestra de los trabajos de ampliación del Canal de Panamá, tomado con móvil en abril de 2012 cuando ya presentaba atrasos la obra.