En las dos últimas décadas, la expansión de las nuevas
tecnologías en la vida y las tareas de las personas en todos los ámbitos ha
significado un acelerado avance en el desarrollo humano.
Más allá de las ganancias económicas a empresas comercializadoras
y fabricantes de tecnologías, la expansión del conocimiento y la comunicación
entre las personas, en casi todo el mundo, han sido directamente beneficiadas.
Las barreras de la distancia y el tiempo son ahora cosa del pasado, siendo que
la interacción y comunicación de los millones de usuarios en el internet es
solo cuestión de un ¡clic!
Las nuevas tecnologías igualmente han dado un gran empuje al
campo de la comunicación social, especialmente el periodismo. Contrario al
temor que generaba la presencia de las pequeñas computadoras Apple, en las
distintas salas de redacción nacionales, a partir del año 1992, el proceso de
elaboración de las noticias se hizo cada vez más fácil y rápido en cualquiera
de los medios gracias a su digitalización.
Hoy día, los diarios, noticiarios de emisoras y de canales
de televisión convencionales han trasladado su presencia informativa al internet,
que entre otras ventajas, les ha cumplido a los periodistas y dueños de medios
de comunicación social el sueño de conocer inmediatamente las reacciones
(retroalimentación) de los lectores y/o audiencia, quienes pueden hacer
comentarios públicos debajo de cualquier publicación, en vez de enviar un
correo postal o hacer una llamada aislada a la sala de redacción. El destino de
las informaciones no se limita a los visitantes del país, sino a los usuarios
de internet en cualquier parte del planeta.
En esta evolución periodística digital, la aparición y
popularidad de las distintas redes sociales en el internet vino a reforzar esa
interacción directa de los ciudadanos (receptores en la comunicación
convencional) con respecto a lo que publican los medios, pero simultáneamente
también convirtieron a todos los ciberparticipantes en emisores. Tanto es así,
que los propios medios de comunicación social están obligados a monitorear las
redes sociales, no solo para medir el impacto de sus noticias o algún suceso,
sino también para nutrirse de información que interesa al público. Las
reacciones de la audiencia y sus opiniones ya no son exclusivas de los medios,
incluso, tampoco son los medios los que exclusivamente definen qué es
importante o qué debe publicarse para que la población esté informada. Los
usuarios de las redes están destronando cada vez más ese privilegio al llamado
“cuarto poder”.
De esta manera, en el caso de los diarios panameños que han
saltado sus versiones digitales al internet, parece haber más interés en
actualizar al instante las noticias y no tanto en profundizarlas, limitando su
oferta informativa, por ejemplo, a lo que ha dicho el Presidente, sus
opositores o lo que ocurre inesperadamente… Buscan ser los primeros en dar a conocer
algo y lograr mayor cantidad seguidores y publicaciones virales, dejando a un lado
el periodismo profundo y analítico que oriente a la población en sus decisiones.
En esta vorágine digital, ya nadie tiene que salir a buscar
las noticias comprando un periódico, sintonizando el noticiero radial o de
televisión, porque ahora la información llega al instante al bolsillo mediante
el celular, las tablets y a la pantalla del computador con las “alertas” que
envían los medios cibernéticos.
Es un escenario en el que los diarios de papel nacionales están
resultando los más afectados, pues cada vez parecen tener menos publicidad y menos lectores. Mientras tanto, el horizonte muestra un futuro incierto
debido a que la siguiente generación es, si se permite decirlo así, de sangre
digital...