Y eso no fue lo
único. Los letrados de Cedulación no entendían su verdadero nombre
indígena ‘Olo...’ y mucho menos sabían escribirlo por ser
demasiado largo, así que decidieron ponerle ‘Américo Vespucio’,
como el navegante italiano por cuyo nombre se identificó al nuevo
continente: América.
Kalinga Vespucio,
una de las maestras de Ailitupu y nieta de Américo (Olo), cuenta que
desde otrora ese ha sido uno de los grandes obstáculos de los
nacidos en Guna Yala: La falta de entendimiento de su cultura y el
desconocimiento del dialecto de ellos, paralelo a lo difícil que les
resulta el idioma español. Esto es lo que ha causado que los niños
y adolescentes de su pueblo fracasen en sus estudios cuando van a la
capital. Ella y su
compañera, Rita Montero, explicaron que sin embargo en la actualidad
hay avances. Gracias al Congreso Guna Yala (líderes locales) y los
miembros del grupo Educación Intercultural Bilingüe de la comarca,
se ha logrado hacer entender esta barrera del lenguaje a las
autoridades. Por ello, el Ministerio de Educación ahora incluye la
enseñanza de los dos abecedarios en las escuelas de las islas, el
guna y el español, y sus diferencias; a la vez que en la capital,
los docentes están claros de por qué los estudiantes de esta región
no logran pronunciar las consonantes fuertes del español.
El dialecto guna
solo tiene las letras: A, B, D, E, G, I, L, M, N, O, R, S, U, W, Y,
explica la maestra. De tal modo que para decir ‘cheque’,
pronuncian ‘seque’. Se ha logrado cambiar, por ejemplo, que se
llame a la comarca Guna Yala, y no ‘Kuna Yala’, mal escrito por
los waga (latinos, capitalinos). Guna Yala es: El pueblo y sus montañas, el
indígena en su tierra.
Lea la historia completa: Santiago Gallardo, el renacer de la esperanza en Ailitupu
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