Dos años y siete meses antes del infierno en la celda 6 del Centro de Cumplimiento de Tocumen, donde murieron quemados cinco menores y dos lograron sobrevivir tras días hospitalizados, se registró otro incendio inusual y, casi trágico.
Ocurrió en el edificio Las Gemelas, contiguo al Instituto
Nacional. Apenas quedó envuelto en humo dentro de los apartamentos el pánico se
apoderó de los inquilinos.
En las calles, detonaciones de bombas lacrimógenas arremetían contra una lluvia de piedras y palos lanzados por estudiantes en estampida.Empujadas por la confusión y el ahogo, en la azotea unas mujeres huían con bebés en los brazos, varios niños corrían detrás solos, igual que ancianos y algunos hombres. Cruzaban a la azotea de otro inmueble gracias a la estrechura urbana. Entre las escenas un osado padre abrió lo que pudo sus piernas para puentear la brecha y tomó a su nene estirado por la madre para ponerlo a salvo; la mujer se arriesgó a brincar sin ayuda. Ninguno sabía que una niña estaba atrapada. Otras personas salieron despavoridas por la puerta principal del edificio, de pronto, entre cañonazos de agua, según mostraron después los telediarios.
Aquella mañana del 2 de junio de 2008, estudiantes del Instituto Nacional protestaban cerrando la Avenida de Los Mártires porque al plantel se le habían colocado cámaras de vigilancia y porque además exigían la destitución de un alto funcionario de Educación — exestudiante y dirigente juvenil del plantel— que había hecho declaraciones que consideraron ofensivas.
Al Nido de Águilas la historia le enmarca uno de los méritos estudiantiles más sobresalientes: la lucha heroica del 9 de enero de 1964, cuando los estudiantes penetraron la Zona del Canal ocupada por Estados Unidos, demandaron la colocación de la Bandera Nacional y se enfrentaron hasta con militares estadounidenses…
Que el director de Asuntos Estudiantiles del Ministerio de Educación dijera que allí algunas alumnas comerciaban sexualmente con sus cuerpos, reclutadas aparentemente por una proxeneta, sin tener pruebas, no lo permitirían los institutores.
Salieron a exigir respeto bloqueando la avenida y los policías antimotines irrumpieron para despejar la vía con lacrimógenas que caían también entre los edificios.
Las batallas antimotines-estudiantes y bomberos-incendio tomaron tiempo.
Los camisas rojas lograron subir al apartamento B5 de donde salían las llamas, encontrando algo sorprendente. Se encontraba allí escondida una niña de cuatro años.
Llegada la calma, los investigadores del Cuerpo de Bomberos inspeccionaron el apartamento para averiguar la causa del incendio. Todo se quemó dentro del B5, pero sin víctimas ni heridos.
Cerca de la ventana, donde habían unas cortinas, se halló el envase de una de las lacrimógenas. Pocos se enteraron del rescate de la menor, y del propio incendio, debido a que los medios se concentraron en las acusaciones de la protesta.
Los informes finales de la investigación concluyeron que estos artefactos no pueden lanzarse a sitios cerrados, por lo que la Policía Nacional, admitiendo la falla, tuvo que pagar una indemnización de 25 mil dólares a los dueños del apartamento.
Publicado el 21 de diciembre de 2011
en el diario La Estrella de Panamá.
Serie La tragedia de los menores quemados,
cuatro entregas a dos páginas.
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