Un aparato pequeño que hizo sentir grande a
mucha gente. El beeper para el periodismo fue un gran aliado y en Panamá tuvo
sus años sublimes, dejando huellas imborrables por ser el pionero de la era
inalámbrica masiva.
Hace rato no veo a nadie con dicho dispositivo
horquillado en la cintura, por lo que vale la pena honrarlo con una breve
publicación, la cual seguramente servirá a quienes siguen de cerca la evolución
de las nuevas tecnologías de la información y comunicación.
Fue durante los primeros años de la década de
los noventa cuando directores y jefes de las redacciones de periódicos,
radioemisoras y televisoras locales aprovecharon la idea de asignar
beeper a sus reporteros y periodistas.
Dicho dispositivo pequeño se había hecho útil, especialmente para profesionales como los médicos (y algunos reporteros y fotógrafos) a finales de los 80 en Panamá.
Funcionaba así: la persona interesada en mandar
un mensaje o localizar urgente a alguien, marcaba un número de teléfono a una
operadora de la compañía de servicio (localizador de personas) y el portador lo
recibía en su aparatito, donde estuviera, casi de inmediato.
Era como tener una secretaria a disposición
24/7, y, evidentemente, el servicio tenía su costo. Luego, en los 90, las
compañías que brindaban el servicio y las desarrolladoras de tecnologías que
fueron perfeccionando el beeper, transformaron los mensajes enviando la propia
voz grabada del interesado(a). El portador escuchaba la grabación de quien lo
llamaba casi en segundos, aunque rápidamente los tecnólogos y operadores del
servicio se dieron cuenta que dicha innovación (sin secretaria en medio), había
traído situaciones “no queridas” para los clientes.
De tal manera, después —para mayor privacidad—,
durante mediados de los 90 los mensajes fueron transformados a texto con
alertas de sonido y vibración (antecesor de la mensajería instantánea móvil de
ahora). Claro, este fue el fenómeno cuya popularidad se hizo cada vez más
comercial y los usuarios(as) no necesariamente tenían que pertenecer a
profesiones 24/7. De hecho ni siquiera había que tener una para portar su
fabuloso beeper en la cintura, y lucirlo con estilo, ego, moda, o como se quisiera,
porque todo el mundo es importante.
Y como todo lo bueno tiene su final, y si no se
evoluciona es desplazado por otra innovación, la extinción de esta tecnología
de la comunicación empezó a darse paralela con la aparición fenomenal del
celular. En nuestro Istmo, entre 1996 a 1999, especialmente los dos últimos
años de esta década de transformaciones.
Otros títulos:
Retrospectiva de las nuevas tecnologías en medios panameños I
Otros títulos:
Retrospectiva de las nuevas tecnologías en medios panameños I
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