Imágenes de redes sociales demuestran el impacto de las lluvias en pleno centro capitalino. |
Antes las casas urbanizadas —no de lujo— se
vendían con más patio, mejores cuartos y espacios, hechas con materiales de
calidad resistente, y sobre todo, a mejores precios. Hoy, los vecinos de al lado
pueden oír lo que susurras a la almohada, no tienen patio ni para un papo y son
carísimas. Ni hablar de los apartamentos. ¡Ah! Y de paso cuando llueve las
calles se convierten en piscinas, lagos, ríos… Pero ninguno de los gobiernos da
una solución real debido a sus millonarios intereses.
Antes el cartón de leche o bebida más pequeño, las galletas
o el pan, se veían grandes en la palma de la mano, y sobre todo, costaban
menos. Hoy se ven pequeñitos y cuestan mucho más.
Antes un libro escolar pasaba por las manos de varios
hermanos y costaba unos balboas, y la gente decía buenos días, buenas tardes.
Hoy solo pasan por una mano, pueden costar un ojo y cada año los de matemáticas,
por ejemplo, incluyen “nuevas ecuaciones”. Los de español e inglés “nuevas
gramáticas y verbos to-be”. Los de historia, bueno esos si acaso mencionan la “invasión-intervención”
de 1989; igual, poca gente saluda al subir un autobús ¿Y para qué? Incluso, la
mayoría cuando camina pareciera andar con “GPS” cerebral, solo miran la
pantallita celular y los oídos están tapados con audífonos.
Por eso, antes, con menos progreso, la mayoría de familias tenían
como características tres, cuatro, cincos, seis hijos. Y en generaciones
atrás hasta 10 y 20. Hoy, con tantos avances y crecimiento, las parejas pulsean
uno, tal vez dos, estás loco si el tercer espermatozoide rompe la cuenta. No importa, en definitiva, si hemos aumentando en número durante la última década, el Censo Nacional podría volver a contar que somos menos, y quizá los locos vuelven a ser más, todo es posible, total ahora vivimos la era "ñamista".
Así es esta ciudad donde florecen rascacielos vacíos, donde
los guetos se mezclan intrusos sobreviviendo a los cambios. Así este país, donde
el crecimiento progresista demuestra efectos contrarios a lo que espera la
población, mientras quienes controlan los poderes políticos y económicos amasan
fortunas en detrimento de la clase profesional y trabajadora — se
mire por donde se mire — sin control ni justicia social.
Un país que encoge sus hombros, aunque eso no significa que no habrá un final.
Un país que encoge sus hombros, aunque eso no significa que no habrá un final.
No es sorpresa, cada año las inundaciones ganan grandes titulares, mas no una solución al problema. |