Con la brisa de la tarde,
vuelvo a entrar en ese instante,
de palabras que se escapan,
en momentos que se abrazan y,
por el balcón se lanzan, como días de junio, al azar.
Yo no te daré la luna,
tu sabrás como alcanzarla,
mientras creces yo te enseño,
no tengas miedo no soy tu dueño,
se muy bien porque lo digo,
solo puedo darte lo que soy.
No olvidé que tu cuerpo era,
un jardín sin frontera.
Y que además era un día de mucho sol,
y esta vez no vamos a dejar que se lo lleven,
y aunque el miedo este ahí, le sabremos ganar,
y tendría que quedarme ciego para no verte más…
Yo no me voy,
yo me quedo aquí.
Yo me quedo a velar tu descanso princesa de mi corazón,
fue una tarde de un día cualquiera cuando te conocí,
y por tu mirada y la forma que hablabas
supe que no eras feliz.
Y como tu novio no era mi amigo,
yo no me eché para atrás,
y en una estampida, casi pierdo la vida,
tenías que ser para mí.
A la carrera, rompiendo barreras, sin pedir permiso entré,
cerré la puerta, boté la llave,
y ahora nadie me saque de aquí,
y tendrían que matarme, para quitarme
el tesoro de tu vivir.
Yo no me voy
yo me quedo aquí...
Yo me quedo a velar tu descanso
princesa de mi corazón,
por el tiempo, que nos queda
por el tiempo, que nos queda
por el tiempo, que nos queda
por el tiempo que nos queda...
No hay comentarios:
Publicar un comentario